Memoria histórica

Empezaré reconociendo que nací en 1987, la misma fecha en que la Final Fantasy comenzaba a andar. Con esto quiero decir que para cuando tuve uso de razón y empecé a sumergirme en este mundo, las grandes franquicias actuales ya habían dado varios pasos. No obstante, sí tuve la oportunidad de jugar a la NES, a la Megadrive y a la Game Gear cuando aún estaban de moda. Dicho esto, ya puedo entrar en materia diciéndoos que anoche un antiguo redactor de esta página me mostró un comentario que encontró por la red en el que un tipo despreciaba con cierto tacto el próximo Mario Galaxy 2 por ser meramente un juego de la mascota de las mascotas. Dicho comentario también me recordó la pequeña polémica que se creó en esta página a raíz de la publicación de The Legend of Zelda: spirit tracks.

La historia siempre me ha interesado, y aunque no sea un erudito ni mucho menos, la respeto, tal y como respeto la historia de los videojuegos, que si bien no es muy larga aún, ya ha vivido una gran crisis y una época dorada, así como otros altibajos tanto en consolas como en juegos. Por esa razón, y porque es una afición que nos une, creo que merece la pena respetarla. Por eso, al igual que a mi compañero, la idea de que alguien desprecie la franquicia de Mario tan gratuitamente me parece vomitiva. Primero, la de Mario es la saga que más ha vendido. Segundo, es un personaje que se estrenó en 1981 y dos años más tarde con el nombre que tiene hoy en día. No ha llovido nada desde entonces. Tercero, ha estado siempre a la vanguardia: Mario Bros. es el gran referente en plataformas, Super Mario 64 es el gran plataformas en tres dimensiones, el Galaxy se ha atrevido con la gravedad... Cuarto, en su seno se han creado las figuras más reconocibles del mundo de los videojuegos. Y quinto y más importante, ha divertido a generaciones de jugadores durante casi 30 años.

Algo similar pasa con The legend of Zelda. Las aventuras de Link llevan entre nosotros más de 20 años, creando historias, creando vínculos, creando grandes juegos. Y si bien el Ocarina es la cumbre (al menos para algunos), como comentaba el usuario anónimo en el artículo del Spirit tracks, hay mucho más que eso. Hay una evolución, unas armas comunes, unos elementos que mantienen unida la serie, a sabiendas de que los tiempos entre los juegos se cuentan a centenares. Hay grandes clásicos que muchos habrán dejado de lado. Y además está el gran misterio de la ordenación de los juegos.

Y lo mismo es aplicable a un millón de juegos más. Sonic no se creó en un día (a pesar de que esta afirmación podría colar para los últimos juegos), Samus se ha enfrentado a más amenazas que al phazon, los Belmont ya se han paseado por casi todas las consolas modernas, etcétera. Incluso Snake tiene vida más allá de sus dos últimos juegos.

Pero por lo visto, como decía mi compañero, los más jóvenes no ven más atrás que la versión Zafiro de Pokémon, lo cual es una lástima, y, lo que es peor, los lleva pensar que todo tiene que ser en tres dimensiones y con disparos en tiempo bala o tiempo brujo con armatostes que pesan más que lo que pesa la espada de Cloud. Se ha perdido un respeto histórico que debería estar presente, al menos mirando a las cifras y a la repercusión que han tenido ciertos juegos. Quitar mérito a Mario Kart, que ha sentado las bases de las carreras más allá de Gran Turismo, por poner un ejemplo, debería estar penado. Y podríamos hablar de clásicos durante horas, pero quien no acepte nada que no tenga unos gráficos en alta definición y una publicidad masiva como Pokémon o Monster Hunter, que se baje del mismo tren que yo viajo inmediatamente.
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