Tras una partida con ojo crítico a este juego, he sacado varias conclusiones que a mi juicio son urgentes e importantes. Basándome en el anterior título de la franquicia para la DS (Phantom Hourglass) y en éste último, cada vez veo más claro que estamos ante una compañía que anda de capa caída. Sí, Nintendo nos sorprende con un juego que me hizo alucinar desde el primer momento. Para mal.
Permitidme que me tome la licencia de hablar en primera persona y contaros cómo me sentó el juego. Todo empieza con una historia de un mal supremo y un héroe legendario, muy al estilo de Wind Waker y Phantom Hourglass. La primera sorpresa es que nada más empezar nos damos cuenta de que el juego es una secuela absolutamente directa del anterior episodio (PH). Eso me dio miedo, porque un juego que sigue inmediatamente en el tiempo a otro de la misma consola y que presentaba viajes cansinos, recorrido híper lineal y personajes poco originales me parece algo peligroso.
En cualquier caso, Spirit Tracks tiene todo lo que personalmente creo que sobra a estas alturas sobre todo por el exceso abusivo del uso de ciertos tópicos. Os los dejo listados para que los veáis mejor:
1- Un mundo extremadamente localizado. Gracias a que el mundo se hubo cubierto de agua, las localizaciones (valga la redundancia) se limitan a puntos muy concretos en un mapeado gigantesco. Esto es algo que da la sensación de estar en un juego que divide toda acción en fases bien separadas, algo así como un Fire Emblem o como el Tales of Symphonia: Dawn of the new world. Estas cosas no han pasado jamás en un Zelda antes y me parece que destruyen la base de exploración de la franquicia.
2- Un medio de transporte. Si no es una importante figura hecha madera roja, es un barco de vapor o un tren. Link deja de lado sus armas habituales para basar toda su aventura en la obsesión de los japoneses por un medio de transporte (buscadlos en las respectivas portadas de los juegos). El mundo coge todo el foco de atención y lo que hasta ahora caracterizaba un Zelda se diluye con el agua. Si vas a jugar al ST, prepárate para ir, por así decirlo, de casa al coche, del cohce al trabajo, del trabajo al coche y del coche a casa. Olvídate de disfrutar del paseo.
3- Trayectos eternos. No podían faltar unos viajes larguísimos por un mundo que per se es muy soso. Por supuesto, la velocidad punta que coge el tren es la misma a la que van las bicicletas, así que se puede merendar tranquilamente mientras vemos cómo Link va a su ritmo dando la vuleta al mundo. Tampoco faltan peligros leves que son más molestia que emoción que te obligan a tragarte todos y cada uno de los minutos que te llevaría un viaje normal (la alternativa es que posiblemente acabes criando malvas, ergo repitiendo todo el trayecto de nuevo).
4- Un Link estúpido. Por una vez voy a decir claramente, y pido perdón por las formas, que estoy hasta las narices de que Link sea el payaso del juego. Estuvo bien la broma de ponerlo como tonto (en internet teneís material de sobra) pero ya cansa. No hablo de sus grandes ojos y de su temprana edad sino de que todo el mundo lo toma por el pito de un sereno y de que en muchas ocasiones parece un personaje tópico de tebeo. Me apena que se degenere la imagen del Toon Link porque creo que su aspecto es muy cuco y que puede servir para algo más que para parodias baratas.
5- Recorrido lineal y templos simples. Este juego es como el PH en ese aspecto. La localización extrema y la simpleza de los mundos hace que la aventura no tenga muchas ofertas fuera de la historia principal. Es cierto que puedes matarte a cazar conejos o ampliar las vías, pero es algo apto para gente con paciencia para soportar muchas horas de "carretera". Además, los templos son cortos, fáciles y muy previsibles, sin contar que tanto ellos como la Torre del Destino se parecen sospechosamente a lo que vimos en el PH.
6- Personajes e historia manidos e infantiles. A medida que jugamos descubriremos que podemos gritar "¡tópico!" mientras señalamos a la pantalla más veces de las que creíamos. No sólo por la historia floja y típica con giros poco sorprendentes e intrigantes, sino por los personajes ultra trillados. Es más, los personajes están metidos a calzador, empezando por los bichos que tienen ruedas en vez de patas y tienen especial obsesión por los trenes (que curiosamente son custodios de grandes poderes benignos) hasta llegar a los malos, que son malos de culebrón. Me duele seguir con este tema.
7- Una historia como nunca la habías oído. En realidad quiero decir "una historia increíble", porque no podrás creer que sea tan poca cosa. Atrás quedaron los tiempos en los que la princesa se vale por sí y se defiende y en los que el malo malísimo presiona con su propia presencia intimidatoria. También son agua pasada los giros inesperados (lo que arriba dije) y la originalidad. Si buscas algo de esto, olvídate.
Parece ser que no hay nada bueno en el juego (además de que me dejo muchas cosas por decir para no derpimiros más), pero es falso. La verdad es que Link luce unas pintas muy majas (ABSOLUTAMENTE NO CUANDO VA DE MAQUINISTA) y está bien hacer el tonto lanzando el bumerán una y otra vez. Se puede decir también que el juego es entretenidillo pero no esperéis mucho más que retos simples y sistema facilón.
Conclusión
Una lástima. Nintendo se vuelve a lucir con otro juego para niños en el que sólo falta que el tren hablara. Link se adentra en la oscura caverna de los juegos para jugadores casuales que no saben nada de los 23 años de Zelda. Personalmente quiero que quede claro que con este título sólo hacemos más grande la tumba que empezó a cavarse Nintendo, así que es mejor que no paguéis por ello a no ser que seáis jugadores casuales o realmente adictos al muchachito de verde (lo confieso: lo soy). Si buscáis el auténtico espíritu de Zelda, mirad en otro lado.