Primeras impresiones de "Tales of Symphonia: Dawn of the new world"

Es inevitable la comparación entre este juego y su precuela. y por lo que parece, el juego no lo intenta disimular. Los primeros minutos de cinemáticas presentan a los protagonistas y se introducen algunos elementos nuevos, como núcleos y un algo llamado Ratatosk, además de soltar una bomba: Lloyd Irving, el héroe del primer Tales of Symphonia, ataca Palmacosta.

Hace dos años que el gupo de la Elegida consiguió fundir Sylvarant y Tethe'alla, pero el mundo no parece mejor que antes: los desastres naturales se desatan por todos lados y los que poseían mayor tecnología ahora oprimen a los pobres habitantes de la desolada Sylvarant. Es en este marco en que Emil, un joven de Palmacosta, se queda huérfano y se ve arrastrado a una vida que no desea, mas las cosas no son lo que parecen y pronto volverá a verse forzado a tomar unas decisiones cuyas consecuencias desconoce.

Lloyd es el responsable de la muerte de los padres del protagonista, conque será en un principio el enemigo número uno.

Tras unas peleas que funcionan de tutorial en las que los movimientos son lentos, torpes y débiles, Emil saca a relucir su auténtica fuerza. A partir de ahí, todo es coleccionar monstruos (no exactamente al estilo de Pokémon pero sí con la idea de colección y uso práctico de los bichos) que luchen a tu lado, desarollar su potencial y hacerlos más fuertes con cuidados y comidas. Los que estén acostumbrados a jugar a los Tales of de siempre se extrañarán de llevar monstruos en lugar de personajes con historia y personalidad, y ciertamente se hace raro, aunque se supone que se gana en personalización del grupo. Los monstruos no requieren equipamiento, pero no llegarán a su máxima potencia si no se les alimenta (se puede hacer una vez por nivel), lo que compensa el ahorro en compras de objetos.

El mundo exterior también ha cambiado mucho. Ahora, los campos y los viajes entre ciudades o puntos con interés son completamente seguros. Tanto que ya no se pueden explorar. El desplazamiento ha perdido todo su valor, con lo que la accón se centra en los "interiores" (ciudades, mazmorras, puestos de guardias, zonas de mercadeo...). El tipo de encuentros que veremos es idéntico al de Tales of Symphonia, aunque los enemigos se regeneran con bastante rapidez, lo que permite entrenamientos sin necesidad de cruzar las mazmorras de lado a lado cada vez que se quiera pelear.

Por otro lado, la historia más que estar llena de huecos o misterios presenta islitas de información que se van haciendo más grandes a medida que avanza la historia (lo cual no quiere decir que cada vez sea muy clara durante las primeras horas). El planteamiento es interesante, sobre todo porque los personajes del primer juego aparecen con motivos que no siempre quieren revelar. Por ejemplo, aunque Zelos Wilder mantenga su actitud donjuanesca, en sus primeras apariciones se le ve más serio que de costumbre, lo que escama al jugador experimentado.

Emil es un chico extremadamente tímido del que todos abusan.

Los movimientos son suaves, sobe todo fuera de la batalla, y el control no ha camiado mucho. Lo más destacable es un sistema de batalla más fijo que en su anterior entrega, es decir, más centrado en que el jugador se lance a atacar que en dejarle la posibilidad de manejarse a gusto con otras opciones como la huída a retaguardia. Esto no significa que no exista esa posibilidad ni que sea de difícil actuación. En cualquier caso, los personajes no son tan ágiles esta vez. Las artes (ataques especiales) tienen efectos más sosos y el ataque conjunto es algo que a día de hoy sigo sin comprender. Me explico: en lugar de ser como el de Tales of Symphonia, hace que Emil dé un tajo veritcal con efectos de sombra, que en ocasiones los monstruos que tenemos de compañía refuerzan con alguna magia propia (depende del nivel de sincronización que se tenga con ellos, que no puedes controlar del todo), aunque el daño inflingido no es muy alto (pero sí detiene ataques contundentes).

En general, el juego es decente y entretenido, pero como jugador tuve una impresión de mucha dificultad, sobre todo en la lucha contra jefes finales, al ser los héroes más torpes y débiles y los jefes mucho más fuertes. Como consecuencia, el grado de satisfacción no es tan alto como se podría esperar de otros títulos de la franquicia, aunque los elementos humorísticos, el estilo anime y demás sigan siendo como manda la tradición. Si eres un nostálgico del Tales of Symphonia, te preguntas cómo terminará la historia de Sylvarant y Tethe'alla o si buscas algo divertido pero que no sea ninguna obra maestra, échale un ojo a Tales of Symphonia: Dawn of the new world, aunque la recomendación de la casa sea que primero termines la primera parte, que fue un juegazo de Game Cube ante el que un servidor se quita el sombrero.
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